Apuntarme a un gimnasio de lujo ha sido lo que me ha empujado a hacer deporte de una vez por todas.

Esta es mi historia. Tengo que confesarlo: soy vaga. Mi actividad favorita es el descanso. No me gusta el deporte ni nada que implique excesivo movimiento y los taxistas de mi zona ya me saludan por mi nombre.

Por eso, a pesar de que en el fondo sabía que tenía que apuntarme a un gimnasio, llevaba mucho tiempo retrasándolo. En su lugar, para luchar contra los que kilos de más que me ha regalado el maldito SOP me dedicaba a hacer una especie de dieta hipocalórica de lunes a jueves. Mejor no hablar de lo que pasaba los fines de semana, ejem. También salía a andar una horita en días alternos. Como si fuera una señora de 70 años.

Viendo que llevaba demasiado tiempo en esa dinámica que solo me hacía perder tiempo y energía, decidí actuar. Empecé cambiando radicalmente mi forma de comer (de esto hablaré en otro post porque aquí hay mucho, pero mucho, que contar) y después de un periodo corto de adaptación probé a salir a andar con más frecuencia y a más velocidad. Sustituí mis siestas de dos o tres horas por una de media hora como mucho y en definitiva, me volví más activa y menos pereza.

Sin darme apenas cuenta, noté que salir a andar a diario se me iba quedando corto. Estaba bien y era mi ratito para desconectar, pero mi cuerpo me pedía algo más de caña. Estaba claro, necesitaba apuntarme a un gimnasio. Perdón, necesitaba apuntarme a un gimnasio de lujo.

Gimnasios Exclusivos, La Gran Diferencia

Una amiga mía, que me conoce bastante bien, me dijo que tenía que ir a un gimnasio que estuviera en un ambiente exclusivo. Ella, que va a un gimnasio exquisito, me advirtió de que si no me encontraba a gusto con el ambiente, al final terminaría no yendo nunca y cancelando la inscripción. Tenía que buscar el mejor gimnasio de la ciudad. Aún así, mi amiga tuvo que insistir bastante para que diera el paso, porque una vaga siempre es una vaga, pero finalmente fui a visitar las instalaciones del espacio fitness de un hotel de cinco estrellas. Me gustó tanto que el lunes siguiente me matriculé.

Tengo que decir que yo soy una persona que ama la tranquilidad. Me agobian los sitios muy ruidosos o con mucha gente. Por eso, en los típicos gimnasios de toda la vida nunca terminaba de sentirme cómoda. Las pocas veces que iba, solía ser sin ganas. Clases dirigidas abarrotadas de gente, música a tope, y qué decir de esta horrible moda de que ahora los gimnasios estén a pie de calle, con todo bien expuesto, para que los vecinos te puedan saludar mientras haces sentadillas. Ufff… 

El gimnasio que elegí tiene pocos clientes, y en su mayoría son chicas y señores mayores, así que en ese aspecto es todo un oasis de tranquilidad. Justo lo que a mí me gusta. Bien. Además, las vistas son agradables, tiene un spa divino, las clases son amenas y todo el equipo es muy amable y, sobre todo, profesional. Puede parecer que hablo de cosas sin importancia, pero para mí esos detalles son justamente los que marcan la diferencia y los que me han hecho encontrar la motivación que necesitaba para hacer deporte. Y bueno, la cinta andadora con tele incluida también me ha ayudado, no lo voy a negar.

Mi Experiencia

Esta semana ya se va a cumplir mi primer mes en este gimnasio de lujo. Teniendo en cuenta que trabajo y estoy estudiando una carrera, es un milagro que haya conseguido sacar tiempo para ir, como mínimo, unas cuatro veces a la semana. He ido hasta en domingo, el día vago por excelencia, lo que para mí sólo puede significar una cosa: por fin he encontrado EL gimnasio.

Con esto no quiero decir que todo el mundo tenga que ir al gym más caro y exclusivo de su ciudad, no. Pero sí creo que no hay que conformarse con ir a cualquier gimnasio, especialmente si eres como yo y no te apasiona el deporte, porque al final te aburrirás y acabarás dejándolo, como me ha pasado a mí muuuchas veces. 

Si pruebas uno y no te convence, sigue buscando. Si sientes que el gimnasio al que vas tiene un entorno que no te resulta agradable (por el motivo que sea), échale el ojo a otro. Prueba, prueba y prueba hasta que encuentres uno que se adapte a tu carácter, a tus gustos y a tus circunstancias. En definitiva, que sea un sitio donde te apetezca pasar tiempo, cuidarte, moldear tu cuerpo y ponerte guapa.